martes, 30 de junio de 2015

I Certamen de Micro-relatos Toma Té


   
    Por petición unánime y por ser parte del guión de este I Certamen, tenemos el placer de presentaros en este humilde blog los textos que han sido finalistas en este primer Premio de microrrelatos.

   Ha sido el inicio de un hilo de actividades que queremos sea redundante en el tiempo, por lo que ya estamos trabajando en el próximo Certamen, que arrancará con el Día Mundial del Chocolate, dará el pistoletazo de salida al curso escolar en Septiembre, y para el cual queremos invitar desde aquí a todos los menores de 18 años para que vayan pensando su texto.

 


 

Modalidad: Café Solo (café  los cinco sentidos)

EL OLOR DEL HOGAR (Mª Mercedes Leal Lama) 1º Premio

Mi mente vaga muy lejos.
Arrastro los pies cansados, por las habitaciones ahora vacías. Otra casa mas.
Pero ésta... es distinta, lo noto.
Mis dedos acarician las paredes desnudas, heladas,...
Si cierro los ojos, puedo escuchar el eco de las risas escabulléndose por los rincones, los gritos de los niños colándose por debajo de las puertas.
Desde el ventanal del salón se ve un viejo roble solitario en medio de la maleza. El viento         mueve un desgastado columpio, testigo de tantas tardes de juego.
Él se acerca despacio; quizás cansado también.
-Bueno, dime ¿Te gusta?
Un suspiro contenido largo tiempo, escapa entre mis labios.
-Sí. Creo que es ésta.
-¿A qué huele?
-A hogar. A café.

EL COLOR DEL CALOR (Marta Soto Hortet)

Contaba hasta diez y siempre se quedaba en cinco. Sentía el calor, adoraba aguantar abrazando la superficie cerámica hasta que le dolían las yemas de los dedos. Siempre quemaba. Igual que cuando me despertaba y tenía sus ojos fijos en los míos. quemaba como el café. Quemaba igual que el color de sus ojos, como el café.
Algunos días olvidaba por qué seguía utilizando aquella antigualla, hasta que le veía embobado con el sonido burbujeante que corroboraba lo que para el olfato nuca pasaba desapercibido.
Era en esos momentos cuando trataba de recordar que fue antes, el color de sus ojos, o el del café.

Modalidad: Café Descafeinado (café y los sueños)

DIEZ MINUTOS (Marta Soto Hortet) 1º Premio

Y era ese aroma el único capaz de transportarme a  sus brazos. En un parpadeo volvía a estar rodeada de campos dorados que silbaban y hacían cosquillas entre los dedos, o en aquel bosque de troncos retorcidos y hojas de terciopelo. diez minutos que sabían a eternidad, solo aquella taza a la sombra de los monstruos de hormigón era capaz de transportarme lejos, solo al respirar aquel aire olor café podía volver a un mundo que nunca existió, pero al que siempre pertenecí. Aquella libreta me recordaba que siempre los tendría a ellos, a cada uno de los sueños estampados con el mismo color del oro negro que me transportaba a ellos, aquel mismo que me recordaba con su última gota que seguía sentada en el mismo banco, que el mundo seguía girando, conmigo, o sin mí.

SUEÑOS DE ANTAÑO (Marta Martín Morales)

Dicen que las lecciones aprendidas de niño no se olvidan jamás.
El café me supo a gloria aquella mañana. Despejó el recuerdo de la noche anterior, aunque poco imaginaba yo que habría de acompañarme el resto de mi vida.
Padre había golpeado a madre hasta quedar sin aliento, como se golpeaban las bestias cuando su terquedad interrumpía la labor. Pero madre no era una bestia. Era madre. Era mi madre.
Pensé en lo largo del camino. Pensé en los lobos. Pensé en los kilos de café de estraperlo que habríamos de vender este viaje para que madre pudiera pagar lo fiado. Con la mirada en el candil, volvía a soñar que huíamos.
El sabor amargo de aquel último sorbo de café fue decisivo. Padre lucía estupendo, esparramado sierra abajo con aquella rama de encina atravesándole el pecho. Era tal como lo había soñado con cada café, durante tantas mañanas.

Modalidad: Café con leche (café y los sentimientos)

SIN AZUCAR (Sebastián Jaramillo Márquez) 1º Premio

Fría se dirigió a la parte más caliente, calurosa, ardiente o candente, se fundieron como se funden los besos sin amor, como las cosquillas cuando pasan del placer al dolor. Aunque no se entendían consiguieron estabilizar sus temperaturas, se hicieron uno en apenas segundos, para después desaparecer al ritmo en el que aparecen las arrugas o al tiempo en el que los dientes desaparecen.
Sabían que no iban a ser eternos pero les encantaba ese sabor, el sabor de la amargura, la locura, la traición o la ambición.
¡Se acabó!
La leche tal vez no era lo único que necesitaba ese café.

UN CAFÉ... DE LOS DE ANTES (Mª Mercedes Leal Lama)

Sentado en el viejo sillón, los ojos desgastados de años de lectura, el cuerpo consumido por la enfermedad y las manos como garras, agotado ya, de aferrarse a este mundo de miseria y dolor.
Apenas un hilo de voz:
-Me tomaría un café, pero uno rico, de esos de antes.
Sin mediar palabra me encaminé a la cocina. Pero un impulso antes de salir de la habitación me hizo volver.
-¿Sabes que te quiero, verdad? Dime que lo sabes.
-Y yo a ti hija mía. Con toda mi alma.
Al abandonar la habitación sabía, que al volver, por fin habría volado su alma.




1 comentario:

  1. ya siento su aroma penetrante que solo los amantes del café sabemos reconocer ese olor a café recién echo que llena toda la casa da igual como sea con leche, solo, o sin azúcar... transportandote a mundos lejanos... mundos desconocidos para nosotros pero llenos de magia...
    que bonitos los relatos, que bien lo habéis echo mucha suerte en estos comienzos

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